sábado, 16 de enero de 2010

El vendedor de pasados (José Eduardo Agualusa)

"He nacido en esta casa y me he criado en ella. Nunca he salido" Así comienza la novela, creando una imagen del narrador que se percibe desde la licencia litearia y que, unas páginas más adelante, se desvela como el personaje sobre el que pivota el tema del libro: la verdad
Un estilo melancólico y sugestivo impregna la escritura del autor, Eduardo Agualusa, nacido en Angola de familia portuguesa y brasileña. Con esta novela adquiere en 2007 un cierto reconocimiento internacional al recibir el Independent Foreing Fiction Prize, otorgado por el Consejo de las Artes del Reino Unido.
Felix Ventura se dedica a inventar pasados para quienes necesitan comprarlos. Un original argumento que podría haberse utilizado para una gruesa novela de intriga y que el autor aprovecha para crear una fábula que, a modo de sueño, no está exenta de verdad: "Hay verdad, aunque no haya verosimilitud, en todo lo que uno sueña"
Es un libro cuya lectura no te deja indiferente. Si se acepta la premisa que propone el autor de abrir nuestra imaginación y espolear un poco la fantasía, la historia transmite mucho más que lo anecdótico; despierta afectos, transmite emociones y aviva la reflexión. Cumple mucho de lo que puede esperarse de un buen libro sin que por ello sea un prodigio narrativo ni un libro redondo.
Felix Ventura:
"Creo que lo que hago es una forma avanzada de literatura. Yo también creo argumentos, invento personajes, pero en vez de dejarlos encerrados dentro de un libro les doy vida, los lanzo a la realidad."


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1 comentarios:

alvaropeplo dijo...

Me ha encantado el libro, que prometo devolver antes del 2011. Sin duda, a destacar una de las reflexiones que más me han gustado:

"solo somos felices, verdaderamente felices cuando es para siempre, pero solo los niños habitan ese tiempo en el que todas las cosas duran para siempre".

Esto me abría el camino para comprender, para mi, una de las esencias del libro: luchar contra el "desencantamiento del mundo", que en nuestra sociedad se suele eufemizar con hacerse adulto, hacerse responsable, hacerse una persona de provecho. Un hacerse más bien obligado, un hacerse a través de una marea de obligaciones que llaman madurez.Que siupone llevar el peso de una realidad cargada de finales.

Sin embargo, los personajes buscan "luz", huyen de un mundo en el que la realidad hace que el hacerse sea tan doloroso, tan odioso, con lo que las historias encantadas sirven de analgésico, de dique ante una marea, de oasis ante un desierto de arenas movedizas.

Bueno, sin duda, un libro para degustar y decantar, una buena manera de encantar el mundo, de luchar contra el peso de la realidad. Una realidad externa. Luchemos para construir nuestra propia realidad.

Por último leí en su momento LA carretera, ya tendremos tiempo de hablar sobre ella, o mejor, de silenciar sobre ella. Porque, recuerdo uno de los dialogos:
- ¿en qué piensas, hijo?
- En nada papa. En nada.

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